Mediterráneo. Joan Manuel Serrat.




1. Mediterráneo.

Quizá porque mi niñez sigue jugando en tu playa y escondido tras las cañas duerme mi primer amor, llevo tu luz y tu olor por dondequiera que vaya, y amontonado en tu arena guardo amor, juegos y penas.

Yo que en la piel tengo el sabor amargo del llanto eterno, que han vertido en ti cien pueblos de Algeciras a Estambul para que pintes de azul sus largas noches de invierno, a fuerza de desventuras tu alma es profunda y oscura.

A tus atardeceres rojos se acostumbraron mis ojos como el recodo al camino, soy cantor, soy embustero, me gusta el juego y el vino, tengo alma de marinero. Qué le voy a hacer si yo nací en el Mediterráneo, nací en el Mediterráneo.

Te acercas y te vas después de besar mi aldea, jugando con la marea te vas, pensando en volver, eres como una mujer perfumadita de brea que se añora y se quiere, que se conoce y se teme.

Ay, si un día para mi mal viene a buscarme la parca, empujad al mar mi barca con un levante otoñal y dejad que el temporal desguace sus alas blancas, y a mi enterradme sin duelo entre la playa y el cielo, en la ladera de un monte más alto que el horizonte, quiero tener buena vista.

Mi cuerpo será camino, le daré verde a los pinos y amarillo a la genista, cerca del mar porque yo nací en el Mediterráneo, nací en el Mediterráneo, nací en el Mediterráneo.


2. Aquellas pequeñas cosas.

Uno se cree que los mató el tiempo y la ausencia pero su tren vendió boleto de ida y vuelta, son aquellas pequeñas cosas que nos dejó un tiempo de rosas, en un rincón, en un papel o en un cajón.

Como un ladrón te acechan detrás de la puerta, te tienen tan a su merced como hojas muertas que el viento arrastra allá o aquí, que te sonríen tristes y nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve.


3. Mujer que yo quiero.

La mujer que yo quiero no necesita bañarse cada noche en agua bendita, tiene muchos defectos, dice mi madre, y demasiados huesos, dice mi padre, pero ella es mas verdad que el pan y la tierra, mi amor es un amor de antes de la guerra, para saberlo, la mujer que yo quiero no necesita deshojar cada noche una margarita.

La mujer que yo quiero es fruta jugosa, prendida en mi alma como si cualquier cosa, con ella quieren dármela mis amigos y se amargan la vida mis enemigos, porque, sin querer tú, te envuelve su arrullo, y contra su calor se pierde el orgullo y la vergüenza, la mujer que yo quiero es fruta jugosa, madurando feliz, dulce y vanidosa.

La mujer que yo quiero me ató a su yunta para sembrar la tierra de punta a punta, de un amor que nos habla con voz de sabio y tiene de mujer la piel y los labios, son todos suyos mis compañeros de antes, mi perro, mi scalextric y mis amantes, pobre Juanito, la mujer que yo quiero me ató a su yunta pero, por favor, no se lo digas nunca, pero, por favor, no se lo digas nunca.


4. Pueblo blanco.

Colgado de un barranco duerme mi pueblo blanco, bajo un cielo que, a fuerza de no ver nunca el mar, se olvidó de llorar. Por sus callejas de polvo y piedra, por no pasar, ni pasó la guerra, sólo el olvido camina lento bordeando la cañada donde no crece una flor ni trashuma un pastor.

El sacristán ha visto hacerse viejo al cura, el cura ha visto al cabo y el cabo al sacristán, y mi pueblo después vio morir a los tres, y me pregunto, por qué nacerá gente si nacer o morir es indiferente.

De la siega a la siembra se vive en la taberna, las comadres murmuran su historia en el umbral de sus casas de cal, y las muchachas hacen bolillos buscando, ocultas tras los visillos, a ese hombre joven que noche a noche forjaron en su mente, fuerte para ser su señor y tierno para el amor.

Ellas sueñan con él y él con irse muy lejos de su pueblo, y los viejos sueñan morirse en paz, y morir por morir, quieren morirse al sol, la boca abierta al calor como lagartos, medio ocultos tras un sombrero de esparto.

Escapad, gente tierna, que esta tierra está enferma, y no esperéis mañana lo que no te os dio ayer, que no hay nada que hacer. Toma tu mula, tu hembra y tu arreo, sigue el camino del pueblo hebreo y busca otra luna, tal vez mañana sonría la fortuna, y si te toca llorar es mejor frente al mar.

Si yo pudiera unirme a un vuelo de palomas y atravesando lomas dejar mi pueblo atrás, os juro por lo que fui que me iría de aquí, pero los muertos están en cautiverio y no nos dejan salir del cementerio.


5. Tío Alberto.

Gitano o payo pudo ser, o un aristócrata que ayer perdió su cetro de oro y su corona, camina sobre el bien y el mal, con la cadencia de su vals, mitad juicio y mitad mueca burlona.

Tío Alberto, tío Alberto, cató de todos los vinos, anduvo por mil caminos y atracó de puerto en puerto, entre la ruina y la riqueza, entre mentiras y promesas, aún sabe sonreír, tío Alberto.

Da todo lo que puede dar, su casa está de par en par, quien quiere entrar tiene un plato en la mesa, pero no os cambia el cielo por la orden de la legión de Honor que le dio la República Francesa.

Tío Alberto, tío Alberto, aún tiembla con los motores, las muchachas y las flores, con Vivaldi y el flamenco, tiene de un niño la ternura y de un poeta la locura, y aún cree en el amor, tío Alberto.

Por ti valsea en re bemol agradecido el tibio sol de ese otoño que hiciste primavera, el vaso de mi juventud yo lo levanto a su salud, rey del país del ensueño y la quimera.

Tío Alberto, tío Alberto, qué suerte tienes cochino, en el final del camino te esperó la sombra fresca de una piel dulce de veinte años, donde olvidar los desengaños, de diez lustros de amor, tío Alberto.


6. Que va a ser de ti.

Hace más de un año ya que en casa no está tu pequeña, un lunes de noche la vi salir con su impermeable amarillo, sus cosas en un hatillo, y cantando, quiero ser feliz.

Te dejó sobre el mantel su adiós de papel, tu pequeña, te decía que en el alma y la piel se le borraron las pecas, y su mundo de muñecas pasó, pasó veloz y ligera como una primavera en flor. Qué va a ser de ti lejos de casa, nena, qué va a ser de ti, qué va a ser de ti lejos de casa, nena, qué va a ser de ti.

Esperaste en el sillón y luego en el balcón a la pequeña, y de punta a punta de la ciudad preguntaste a los vecinos, y saliste a los caminos, quién sabe dónde andará.

Y hoy te preguntas por qué, un día se fue tu pequeña, si le diste toda tu juventud, un buen colegio de pago, el mejor de los bocados, y tu amor, amor sobre las rodillas, caballito trotador. Qué va a ser de ti lejos de casa, nena, qué va a ser de ti, qué va a ser de ti lejos de casa, nena, qué va a ser de ti…


7. Lucía.

Vuela esta canción para ti Lucía, la más bella historia de amor que tuve y tendré, es una carta de amor que se lleva el viento pintado en mi voz a ninguna parte, a ningún buzón.

No hay nada más bello que lo que nunca he tenido, nada más amado que lo que perdí, perdóname si hoy busco en la arena la luna llena que arañaba el mar.

Si alguna vez fui un ave de paso lo olvide para anidar en tus brazos, si alguna vez fui bello y fui bueno fue enredado en tu cuello y tus senos, si alguna vez fui sabio en amores lo aprendí de tus labios cantores, si alguna vez amé, si alguna día después de amar, amé, fue por tu amor, Lucía.

Tus recuerdos son cada día más dulces, el olvido solo se llevó la mitad, y tu sombra aun se acuesta en mi cama con la oscuridad entre mi almohada y mi soledad.


8. Vagabundear.

Harto ya de estar harto, ya me cansé de preguntar al mundo por qué y por qué, la rosa de los vientos me ha de ayudar, y desde ahora vais a verme vagabundear entre el cielo y el mar, vagabundear.

Como un cometa de caña y de papel me iré tras una nube para serle fiel a los montes, los ríos, el sol y el mar, a ellos que me enseñaron el verbo amar, soy palomo torcaz, dejadme en paz.

No me siento extranjero en ningún lugar, donde haya lumbre y vino tengo mi hogar, y para no olvidarme de lo que fui, mi patria y mi guitarra la llevo en mí, una es fuerte y es fiel, la otra un papel.

No llores porque no me voy a quedar, me diste todo lo que tu sabes dar, la sombra que en la tarde da una pared, y el vino que me ayuda para olvidar mi sed, que más puede ofrecer una mujer.

Es hermoso partir sin decir adiós, serena la mirada, firme la voz, si de veras me buscas, me encontrarás, es muy largo el camino para mirar atrás, qué más da, qué más da, aquí o allá, qué más da, qué más da, aquí o allá.


9. Barquito de papel.

Barquito de papel sin nombre, sin patrón y sin bandera, navegando sin timón donde la corriente quiera. Aventurero audaz, jinete de papel cuadriculado, que mi mano sin pasado sentó en lomos de un canal.

Cuando el canal era un río, cuando el estanque era el mar, y navegar era jugar con el viento, era una sonrisa a tiempo, fugándose feliz de país en país, entre la escuela y mi casa, después el tiempo pasa y te olvidas de aquel barquito de papel.

Barquito de papel, en qué extraño arenal han varado tu sonrisa y mi pasado vestidos de colegial. Cuando el canal era un río, cuando el estanque era el mar, y navegar era jugar con el viento, era una sonrisa a tiempo.


10. Vencidos.

Por la manchega llanura se vuelve a ver la figura de Don Quijote pasar, y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura, y va ocioso el caballero sin peto y sin espaldar.

Va cargado de amargura, que allá encontró sepultura su amoroso batallar, va cargado de amargura, que allá quedó su ventura, en la playa de Barcino, frente al mar.

Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura, en horas de desaliento así te miro pasar, y cuántas veces te grito, hazme sitio en tu montura y llévame a tu lugar.

Hazme un sitio en tu montura, caballero derrotado, hazme un sitio en tu montura que yo también voy cargado de amargura y no puedo batallar, ponme a la grupa contigo, caballero del honor, ponme en la grupa contigo y llévame a ser contigo, contigo pastor.

Por la manchega llanura se vuelve a ver la figura de Don Quijote pasar, va cargado de amargura, va vencido, el caballero, de retorno a su lugar.


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Año: 1971.
Procedencia de la banda: Barcelona, España.
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